A los mandriles de Condell 2749
Ahora que Condell 2479 se vende y nadie abrirá sus puertas a eso de las seis de la mañana, que ojo, era cuando llegaba el bus a Antofagasta, que no soportará entre sus piezas nuestros mejores y más sonrientes carachos, y que no crujirá de espanto ante quizá que historieta hayan protagonizado entre sus recovecos; ahora que el dentista ya no nos inflará los bolsillos con sus sistemáticos aportes en papel moneda y que no delegará en mí la responsabilidad de almacenar las Minuto 90, las Triunfo, Don Balón y Deporte Total. Ahora que los pinos no crecerán en el living, las granadas no explotarán en nuestra boca y los dátiles no nos servirán para las guerras con muchísimo cuartel; ahora que se esfuman las tardes de waffles, berlínes y panqueques, que las clínicas se acuestan temprano, que la Omi le sonríe al devenir y que el Opi se embroma con el pedazo de cuento que le queda por narrar; ahora que se derrumbarán los escondites en los que logramos que “nadie nos viera”, que se va un poco de nuestra pequeña gran historieta es tiempo de... No, no voy a hacer juicios y entregarme por romper a pelotazo limpio esas seis lámparas y esos diecisiete vidrios que conformaban la portería rival, esas seis febles barreras de listones blancos que distaban mucho de poseer la fisonomía de mi arco, esa puerta giratoria con vidrios trabajados que daba la bienvenida al pasillo y nunca supo de magulladuras ni deshonras. Salvo cuando entró en juego Juan Pablo, quien utilizando sus alargados brazos para maniatar mi cabeza incurría en situaciones antideportivas, aprovechamientos por los que nunca tuvo más castigo que recriminaciones de la Zaida, mi gran aliada para cuando el esfuerzo requería recompensa: panes con queso derretido.Aunque claro, el hecho de que a Kristian y a Carlos no les gustara el fútbol también influyó para mantener en azul mis estadísticas, que a decir verdad, puede que hayan sido infladas con la misma base con las que ahora bombeo mis recuerdos. Poniéndole, como le puse amor a mis goles que nunca fueron, cachaneando de clínica a cocina, eludiendo veladores, orquestando hinchadas en el pasillo que por años certificó nuestro crecimiento, la misma tabla que sirvió para terminar una pared y empezar un nuevo grito de celebración, el último antes del ya está bueno con el que recogían la cristalizada red.Y no sé dónde mierda irán a parar mis anotaciones, ni estas ni las que celebré antes, pero quise compartirlas con ustedes, los mandriles que se apellidan como yo, los que componen gran parte de mi elenco inestable. Y claro, así por ser, quisiera aprovechar la melanco y proponerles que nos juntemos antes de apagar la luz en Condell para festejar el 09 de septiembre, el cumple del Opi, o bien, relamernos el bigote días después en un paseo-caminata hornitense, que es el último rincón del mundo donde nos da para juntarnos todos, aunque aún podemos reservar muchos más. Da igual, la cosa es que hagamos un viaje por el pasado, ahora, y transmitamos a los que vienen que pese a que las ciento cincuenta y ocho mil tresciento veinte tablas que sustentaron nuestros primeros pasos darán vida a un monstruo mercado -o un mega mostrario-; y que pese a los tres mil quinientos desaguisados que trajo adoptar esta decisión potente pero que en definitiva beneficiará a los más viejos de la manada, entre otras miles de chuchadas más que nos hemos dirigido, también tenemos “indios en la cordillera”, “cerros rosados que se funden con las conchuelas mostaza”, “malabares de gatos monteses”, "conchas eternas", "historias de hachas" y un sin fin de otras aventuras con zinc en la nariz; como la última que se acordó mi Omi antes de venirme: “¿te acuerdas cuando una ola te botó y la otra te atropelló?” me dijo, y por la chucha, cada vez que me acuerdo me baja la melanco y el llanto...
3 Comments:
shit, me siento expectadora constante de esta historia. años ya.
lof yu Molo
By Anónimo, at 7:50 p. m.
Queda entonces, dibujar la casa en la libreta de apuntes, y que tus ojos se vayan despidiento del tejado Antofagastino, tambièn de los crujir , no asì de los recuerdos.. de muchas cosas intimas y familiares,veo que sientes un amor intensificado..
Mañana quizàs ames otros tejados, otras casas familiares, no dejes ahì tù corazòn, como se dice en las cartas de amor..
No señor, el corazòn y los lindos recuerdos, llevelos siempre con usted,porque lo necesita en Iquique y a todas horas....
mis saludos
ocavalita.
By Valeska Segura A, at 6:20 p. m.
Ya fue emocionante leerlo cuando lo escribiste el 2006, ahora una década después y con más vivencias en el cuerpo y sin nuestra matriarca, realmente le he echo honor a mis imparables lágrimas.
By Unknown, at 3:45 a. m.
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